domingo, 1 de abril de 2012

El parto/nacimiento de Isabel y Martin

Mi nombre es Isabel y mi hijo se llama Martín; Éste es el tercer (y último) relato que os envío, ya os conté los partos de mis hijos Iker e Irene.

Para este tercer embarazo y parto, no fue necesario tanto “preparativo”, ya que mi ginecólogo seguiría siendo Jorge Iranzo. Esta vez había decido no contar con la ayuda de una doula. No por nada, sino porque mi segundo parto fue tan rápido que lo hice yo todo sola. Por eso, al ser el tercero, pensaba que sería “meteórico” (y así fue finalmente!). El lugar sería en la clínica Montecanal (ya había parido en Quirón y Montpellier, así que ésta sería mi primera experiencia allí.) Jorge me había comentado que ésta es la que más fomenta la no separación del bebé, pero yo no llegaba a estar convencida del todo.

Salía de cuentas sobre el 1 de Octubre y una vez más, pasó la fecha y yo seguía embarazada y sin ningún síntoma de parto, aunque dilatada de 3 cm y el cuello favorable. Según Jorge, el parto era “inminente”… al igual que en el embarazo de Irene, volví a insistirle en que no me gustaría una inducción y él me respondió que me respetaba y que también prefería que los partos se desencadenaran solos. Únicamente me comentó que en la siguiente visita, si presentaba una dilatación de 7 cm o más, entonces sí, porque si me ponía de parto no tardaría ni 2 minutos en dar a luz (y no era plan parir en la fila del mercadona…).

También le comenté el hecho de querer dar a luz lo más incorporada posible y fue él mismo el que me sugirió que diera a luz en la misma cama, sin pasarme al potro. Acepté sin dudarlo, claro.

Pasaron los días y llegamos al día 8 de Octubre (de 2011), sábado. Sobre las 7 de la mañana empecé a notar alguna contracción algo más fuerte que las propias de B.H., pero apenas indoloras. Tenía una cada veinte minutos aproximadamente, así estuve hasta las 8.30-9, hora en la que se despertaron mis hijos. Entonces, las contracciones pararon. Se lo comenté a mi marido, y otra vez, fue él el que me dijo que llamara a la matrona (Ana Pintos), porque no quería correr como con Irene. Ana me dijo que como ella iba para la clínica montecanal en ese momento, que fuera allí y me miraría. Tranquilamente, llegó mi madre que se quedó con mis hijos y nosotros nos despedimos con un “hasta ahora”.

Durante el trayecto, de 20 minutos, tuve una única contracción. Al llegar, Ana me hizo un tacto y dijo “Huyyyyyyy, pero si estás dilatada de 8 cm!. Ale, a hacer el ingreso, que voy a llamar a Jorge”. Yo continuaba con contracciones de ciento a viento y poco dolorosas. La matrona me dijo que me tendrían que poner un poco de oxitocina, ya que no tenía dinámica de parto. Por un lado, no me podía dejar marchar y por otro, no podía llamar al ginecólogo para que viniera a estar de brazos cruzados a esperar las 4 contracciones seguidas que necesitaba para terminar de dar a luz. No me hizo ninguna gracia, ya que enseguida me vino a la cabeza la inducción del primero y el final con ventosa. Así se lo comenté a Ana Pintos y me aseguró que en cuanto actuara un poco la oxitocina, acto seguido nacería Martín. De hecho, me dijo que no me pondría el gotero hasta estar ya en el paritorio y con el ginecólogo dentro, porque como me lo pusiera en la habitación, no me iba a dar ni tiempo a bajar. Me preguntó acerca de la epidural, acepté ponérmela porque ya me había entrado un poco de miedo al recordar las contracciones artificiales que provoca la oxitocina.

Finalmente, entre que hice el ingreso, me puse el pijama y me bajaron al paritorio, pasó una media hora. Bajé tumbada en la cama, cuando entré en el paritorio, les dije a la auxiliar del quirófano (supongo que era una auxiliar) y al anestesista, que iba a dar a luz allí mismo, no en el potro. El anestesista me comentó que si no sabía que eso era poco higiénico, que había mucha sangre en un parto. Le respondí que no me había fijado en mis otros partos y que Jorge estaba de acuerdo. Así que la auxiliar dijo, “Pues nada, si lo ha dicho Jorge, él es el que manda”. En ese momento, entró él y alguien le dijo que iba a manchar todo, él lo resolvió rápido pidiendo que pusieran en la cama un par de sábanas de cesárea.

Al anestesista le pedí una dosis muy suave de epidural, me dijo que así lo haría y que me haría efecto a los 5 minutos. Pero, o dí a luz muy rápido, o fue tan suave que no me hizo nada. Noté el expulsivo incluso más que en el parto de Irene, que fue sin anestesia.

En cuanto me pusieron la oxitocina, empezaron las contracciones fuertes y las ganas de empujar. Yo estaba sentada de medio lado, con una pierna sobre la cama y la otra doblada. Oía a Jorge de lejos, que me decía que empujara, mientras él estaba preparando el kit de extracción de la sangre del cordón. Yo pensaba, “Pero cuándo se va a acercar este hombre, que Martín está a punto de asomar!” Así fue, noté el aro de fuego y que la cabeza estaba ya fuera, luego los hombros y el resto del cuerpo. Me giré, miré y allí estaba mi bebé, llorando sobre el colchón!. Jorge sorprendido, “Anda, si ya ha nacido!”. Se acercó, cogió a Martín y me lo entregó.

En ese momento me agobié un poco porque notaba que Martín tenía la boca con líquido y parecía que no podía respirar bien (aunque lloraba de lo lindo). Así que pedí que se lo llevaran a la pediatra (que estaba en la sala de al lado). En tres minutos lo tuve de vuelta, en mis brazos. Mientras, me habían pasado al potro para coserme un pequeño desgarro. Al terminar, la auxiliar me dijo si me lo iba a subir a la habitación “piel con piel”. Me sorprendió muy gratamente, no mencionaron incubadoras ni nada. Y así comenzó la nueva vida de Martín, pegadito a su mamá!!

Respecto a la lactancia, no sé si fue porque ya era madre experimentada o por qué, pero no me hicieron ningún comentario. Ni para bien ni para mal… creo que me preguntaron una vez si comía bien y ya. Por supuesto, a Martín no se lo llevaban por la noche, sólo un rato por la mañana para lavarlo y que lo viera el pediatra. No pusieron en la cuna ningún bibe de suero glucosado, como en las otras (Quirón y Montpellier). Aunque las habitaciones me parecieron algo deterioradas para lo nueva que es y que la limpieza era regular (al ingresar nos metieron en la habitación con el baño sin limpiar y las sábanas del sofá cama sin cambiar) sin duda, es la más actualizada respecto a la no separación del bebé de las tres.

Y eso es todo, ojalá nunca olvide mi tercer parto, tan emocionante, rápido y fácil. Espero que la atención al parto vaya mejorando poco a poco en la sanidad privada y que no sea necesario justificarse más por el hecho de desear un parto menos intervenido.